El Mito de la Aspirina


También conocida como el ácido acetil salicílico (Acetyl Salicylic Acid, ASA), la Aspirina, nombre comercial que le dieran los Laboratorios Bayer, su fabricante original, es popularmente aceptada como un Anti-Agregante Plaquetario (AAP). Su dosis como tal fluctúa entre 80 y 325 mg, empleándose cantidades mayores cuando se la requiere como antinflamatorio.

Mucho se ha dicho al respecto, y es común encontrar siempre pautas comerciales que parecen garantizarnos una vida sin infartos si la tomamos diariamente. Sin embargo, la realidad es muy distinta, pues su rol principal es reforzar la acción de otros AAP de mayor potencia, es decir, coadyuvar la acción de medicamentos congéneres más específicos, como Clopidogrel o Ticlopidina.

De hecho, estudios muy respetables han intentado aproximarnos al verdadero valor del fármaco como protector cardiovascular, esto es, tomando única y exclusivamente aspirina con tal fin, y los resultados son preocupantes: 4% de varones menores de 60 años, 2% de varones mayores de 60, 2% de mujeres menores de 60 y 1% de mujeres mayores de 60. En resumen, y dependiendo del sexo y la edad, entre 1 de cada 25, 1 de cada 50 y 1 de cada 100 pacientes que la consumen.

Sin embargo, su uso combinado con otros AAP más potentes demuestra un incremento de la protección para todos aquellos que los recibieron junto con aspirina. Lo mismo ocurre con pacientes que fueron sometidos a Profilaxis Anti-Trombótica con heparinoides de baja molaridad, que ven extender sus efectos gracias a tales combinaciones.

Haciendo una analogía gastronómica, que será bien entendida por mis compatriotas, es como preparar un cau-cau, con papas, mondongo y palillo, que le da su color característico. Tomar únicamente aspirina es como pensar que puedes prepararlo sólo con hierbabuena, por más aroma al guiso que nos proporcione.

Por lo expuesto, el rol de la aspirina ha sido claramente sobredimensionado, más aún si no se contemplan sus riesgos potenciales en el tubo digestivo, especialmente en ancianos, los más propensos a desarrollar úlceras gástricas a consecuencia de su uso continuo e indiscriminado.